Una pareja mantiene encuentros sexuales sin que ninguno parezca desear ningún tipo de relación más. Ella viene a verle los miércoles por la tarde y únicamente quiere sexo. El taxi la espera. No hablan de nada en particular, y hay silencios en los que sólo se miran. Pero ninguno de los dos quiere retirarse, y algo ocurre entre ellos porque se incorporan a la vez y, sin decir nada, se tumban al lado de la mesa. A la misma hora de la semana siguiente se presenta de nuevo en la puerta. Se desviste inmediatamente. Ella se marcha, sin haber dormido, pero él ha notado cómo daba cabezadas antes de obligarse a despabilar. No tiene idea de dónde vive, ni de dónde procede. Ya no viene a la casa, sino que baja directamente al sótano que él no puede permitirse amueblar, y donde ha puesto en la moqueta mantas y edredones. Una habitación donde todo está permitido menos la claridad. …